Hay recuerdos que siguen vivos en mi memoria. Momentos en los que deseaba con todas mis fuerzas sentirme segura, saber quién era realmente y descubrir qué me movía desde lo más profundo. Pero, por sobre todo, anhelaba una cosa: paz.
Esa sensación de calma interna, de estar en armonía conmigo y con la vida.
Ese anhelo no venía de afuera. Nació desde lo más íntimo de mi corazón. Una búsqueda silenciosa de lo que muchos llaman plenitud… y que con el tiempo comprendí que tenía un nombre propio: paz interior.
Nadie me enseñó esto. No lo leí en libros, ni lo aprendí de alguien más. Fue algo que descubrí cuando decidí hacer las cosas de forma distinta. Cuando atravesé el caos y logré salir de él.
Porque para valorar verdaderamente la paz, antes hay que haber caminado entre el desorden interno. Y lo más difícil es que muchas veces no nos damos cuenta de que estamos ahí. Solo sentimos un peso extraño, el cuerpo cansado, el ánimo bajo, la mente enredada. Hasta que un día, al salir de ese torbellino, comprendemos todo lo que implicaba habitarlo.
Cuando por fin atravesé ese caos, me hice una promesa que hoy es ley para mi vida:
Mi paz no es negociable.
Desde entonces, cada vez que algo amenaza con arrebatármela, lo tomo como una señal clara de que algo está cruzando mis límites. Y ahí es cuando toca elegir con valentía. Elegirme.
Aunque duela. Aunque implique tomar decisiones difíciles o enfrentar conversaciones incómodas.
Hubo un tiempo en que mi mente no paraba. Saltaba de un pensamiento a otro, imaginando posibles escenarios, intentando tener el control de todo. Ese esfuerzo constante me agotaba. Y cuando finalmente decidí parar, descubrí que no era tan fácil como pensaba.
Mi cuerpo ya se había acostumbrado a ese ritmo acelerado de pensamientos. Había desarrollado una especie de adicción al ruido mental.
Ese estado incesante generaba emociones de baja frecuencia. Aumentaba el cortisol. Me llenaba de ansiedad, disfrazada de productividad. Las discusiones internas que inventamos en nuestra mente no solo nos roban energía, sino que también afectan nuestro cuerpo: lo ponen en alerta, como si estuviéramos en peligro real.
Pero ese «enemigo» no estaba afuera. Era yo misma… peleando conmigo.
Si estás atravesando algo similar, te invito a escribir.
Vacía tus pensamientos sobre el papel. Obsérvalos. ¿Son del pasado o del futuro? ¿Pesimistas, fatalistas? Esa simple clasificación puede darte pistas sobre tus emociones… y cómo las estás somatizando en tu cuerpo.
Cuando hay demasiado ruido adentro, también lo buscamos afuera. Nos incomoda el silencio, nos cuesta estar a solas. Pero llega un momento —y te lo digo desde mi propia vivencia— en que decides mirar tus miedos de frente, abrazar esas partes que habías evitado, y ahí empieza la verdadera transformación.
Comienzas a depurar pensamientos. A cambiarlos por otros más compasivos. Y un día, casi sin darte cuenta, llega la quietud.
El silencio deja de incomodar. Se vuelve un refugio. Puedes estar contigo, en paz, sin necesidad de huir. Porque ya no temes tus pensamientos. Porque ahora eres tú quien dirige tu mente… no al revés.
Le das orden a tu mundo interno.
Y aunque pueda sonar lógico —o incluso frío— entenderlo así, para mí fue profundamente liberador.
Espero que también lo sea para ti.
Cuando habitas tu paz, entiendes que eres tú quien decide si el caos entra o no. Eres tú quien elige si se queda, si se instala, o si simplemente lo observas sin identificarte.
Eres tú quien autoriza lo que afecta tu energía. Y aunque no siempre lo parezca, ese es un poder inmenso.
Sí, la vida puede parecer caótica, incierta, aleatoria. Pero cada experiencia trae una enseñanza. A veces repetimos lecciones porque creemos que aún no estamos listos. Pero la vida no castiga… simplemente nos da una nueva oportunidad: para elegir diferente, para actuar con coherencia, para demostrar que esta vez sí estamos preparados.
Y aunque cueste aceptarlo…
Todo forma parte del aprendizaje.
Si hoy pudiera decirte solo una cosa, sería la siguiente:
Confía en ti. Ámate tanto que nada ni nadie logre mover los cimientos de tu ser. Que ninguna voz externa desvíe tu brújula hacia un lugar al que tu alma no quiere ir. Que jamás vuelvas a dudar de la forma en que te eliges cada día.
Deseo que tu mente, tu corazón y tus acciones sean el reflejo más puro del amor que sientes por tu vida y por lo que estás construyendo en ella. Porque cuando ese amor nace desde dentro, todo lo que creas vibra en esa misma frecuencia. Ese amor se convierte en el pegamento invisible que une, sostiene y da claridad.
El amor es real. No necesitas buscarlo: necesitas sentirlo. Porque es así como se vive, como se enraíza. Puede parecer obvio, pero pasé años deambulando, buscándolo en personas y lugares, sin darme cuenta de que lo que anhelaba… solo podía dármelo yo.
Por mucho tiempo creí que me amaba. Pero rompía mis propias reglas y hacía como si no pasara nada. No era amor: eran condicionamientos disfrazados de afecto. Estaba atrapada en una idea de amor basada en la carencia, en el servir para ser vista, en hacer para merecer. Y eso… estaba muy lejos del amor verdadero. Era violencia disfrazada.
Hoy, desde un lugar distinto, quiero decirte que:
Disfruta, cree en ti, ríe, canta, corre, escribe si lo sientes, juega sin culpa, admira atardeceres desde diferentes lugares, sé simplemente tú.
La paz ya vive dentro de ti.
Solo necesitas hacerle espacio.
Permitirle quedarse.
No como una visita, sino como un pilar esencial de tu vida.
La paz es una brújula.
Si algo te la roba, entonces no es el camino.
Aunque tu ego grite lo contrario.
La paz te expande. Te conecta con tu esencia. Te llena de amor hacia ti, hacia los demás, y hacia la vida misma.
Y cuando logras mantenerla incluso en medio del caos, comprendes que la paz no es una consecuencia…
Es una elección.
Las circunstancias pueden cambiar.
Pero si la paz nace desde adentro, permanece.
Te invito a que dejes que la paz habite en tus días.
Abrázala. Llévala contigo.
Compártela.
Porque cuando tú eliges vivir en paz…
iluminas tu mundo y el de quienes caminan a tu lado.
Gracias por leerme y llegar hasta aquí.
Si buscas recuperar tu paz interior y observar tu pensamientos para salir del bucle mental puedes inscribirte al curso online «Verde Esmeralda»: https://unificandoelser.com/courses/cursoverdeesmeralda/
Con cariño y amor,
Ingrid B.
Nos vemos en el próximo blog para seguir profundizando sobre herramientas para la observación y liderazgo interior.