Papá; la fuerza y seguridad ante la vida

El inicio de una búsqueda interior

Papá representa la fuerza, la seguridad y el poder con el que nos sostenemos en el mundo. Es una parte esencial de la energía masculina que integramos internamente para tomar decisiones, actuar con determinación y avanzar con confianza.

Pero… ¿qué ocurre cuando esa figura en lugar de darte confianza te generó miedo o distancia? ¿Qué pasa cuando en vez de inspirarte seguridad, te dejó huellas de duda e inseguridad?

La primera vez que me planteé trabajar el vínculo con mi padre fue cuando me enfrenté a una oportunidad laboral que deseaba con todo mi corazón. Sabía que estaba lista para dar el paso… pero algo dentro de mí se resistía. Esa resistencia me llevó a mirar más profundo.


Mi experiencia personal y camino recorrido

Sabía que debía confiar en mí, pero no lo hacía del todo. Me cuestionaba por qué dudaba de mis habilidades, por qué me sentía incapaz de liderar o sostener un proyecto, cuando en teoría tenía todo para lograrlo.

Fue entonces cuando comenzaron a surgir las verdaderas preguntas:

  • ¿Qué parte de mí no confía en sí misma?
  • ¿Qué me impide pasar a la acción?
  • ¿Qué me molesta de papá… y cuánto de eso vive en mí?

Ese fue el punto de quiebre. Comprendí que muchas de mis inseguridades estaban profundamente ligadas a la imagen interna que tenía de mi padre.

Soy de las personas que se toma tiempo para observar sus procesos. Me permito sentir, analizar, y si no entiendo algo en el momento, practico el “suelto y confío”. Porque sé que, al poner la intención, la claridad llega. Y así fue.

Empecé a escuchar con más atención esas dudas internas: ¿seré capaz?, ¿y si fracaso?, ¿y si no soy suficiente? Y entonces, detrás del miedo, apareció la imagen de papá: su voz fuerte, su tono imponente, su forma de imponer sin preguntar, sin abrir espacio para el diálogo. Muchas veces me quedé callada por no incomodar. Me vi repitiendo eso mismo… conmigo.

Me di cuenta de que no quería liderar desde ese lugar. Me asustaba convertirme en una versión rígida, controladora o autoritaria. Y sin embargo, ese era el único modelo de liderazgo que mi inconsciente conocía. Ahí entendí que, para liderar con amor, primero debía sanar esa raíz.

No fue un proceso corto. Me tomó meses de observación, trabajo interno y muchas herramientas: mantras, escritura, meditaciones. Uno de los mantras que más me ayudó fue: “Yo pongo la flor de lis sobre esta situación”. Con el tiempo, todo empezó a aclararse.

Empecé a ver el conflicto de otra forma. Comprendí que el liderazgo no tiene por qué ser autoritarismo. Que autoridad no es sinónimo de imposición. Que mi voz es válida, que puedo ejercer poder desde la consciencia y la colaboración. Y sobre todo, que puedo liderarme a mí misma desde la confianza, no desde el miedo.


Lo que aprendí de papá y lo que decidí transformar

Sanar las heridas de la infancia vinculadas a papá me abrió puertas internas que no sabía que estaban cerradas. Empecé a ver cómo su forma de ser había moldeado mis creencias sobre el poder, el conflicto y la acción.

Entendí que podía honrar su historia, comprender sus heridas, y al mismo tiempo elegir una nueva forma de ser. Porque reestablecer la energía masculina en nosotras es resignificar el vínculo con papá, sin repetirlo, pero tampoco negarlo.

Ver su historia con otros ojos me ayudó a humanizarlo. A verlo más allá del rol. Y también a reconocer que, aunque no haya sido perfecto, sí dejó semillas importantes: esfuerzo, perseverancia, visión. Y lo que no me entregó, aprendí a dármelo yo.


Una invitación a mirar con compasión y fuerza

Hoy quiero invitarte a mirar tu vínculo con papá, no desde la carencia o la crítica, sino desde la posibilidad de comprender y transformar. Pregúntate:

  • ¿Cómo fue mi relación con él: cercana, lejana o inexistente?
  • ¿Me cuesta tomar decisiones, poner límites o creer en mí?
  • ¿Siento que me freno al momento de concretar mis ideas?

Haz ese viaje hacia tu infancia. Tal vez en algún momento deseaste que tu padre estuviera más presente, más abierto, más amoroso. Pero hoy… ¿puedes tú darte eso que tanto esperaste de él?

Sanar a papá en ti es abrir espacio a nuevos proyectos, crecimiento profesional, confianza y liderazgo consciente. Siempre es tiempo de recuperar tu fuerza interior.

Y si papá no estuvo, observa quién ocupó ese rol en tu vida. A veces fue una madre con energía masculina, un abuelo, un hermano o incluso la ausencia misma que te forzó a sostenerte.

Ojalá estas palabras te inspiren a mirar tu historia con papá y a iniciar tu propio camino de transformación.

Con amor,
Ingrid B.


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