Desde pequeños nos enseñan —a través de cuentos, creencias religiosas o normas sociales— que alguien vendrá a rescatarnos. Un príncipe, un dios, un adulto. Siempre alguien más.
Y así, crecemos con la mirada puesta hacia afuera, esperando que algo o alguien venga a resolver lo que nos duele.
Pero… ¿qué pasa con nuestro propio poder?
¿En qué momento dejamos de buscar fuera y comenzamos a volver a nosotras?
Crecí escuchando frases como:
🗣️ “Hay que echarlo al olvido.”
🗣️ “El tiempo lo cura todo.”
Como si negar lo vivido fuera suficiente para sanar.
Con el tiempo comprendí que el olvido no es sanación, es adaptación.
Y adaptarse al dolor no es lo mismo que liberarlo.
Sanar requiere valentía.
Soltar implica coraje.
Resignificar duele… pero también libera.
✧ Arrojar luz sobre lo que dolió, es abrir una puerta hacia ti…
Durante mucho tiempo evité mirar ciertas partes de mi historia. No era por falta de voluntad… era que no podía.
Hoy entiendo que era demasiado el dolor contenido. Mi memoria lo había sellado como un acto de protección.
Al atreverme a mirar más profundo, comprendí que muchas de esas vivencias estaban teñidas por manipulaciones sutiles, por formas de amor condicionadas:
Amor que había que ganarse.
Cariño que llegaba solo si eras útil, obediente, perfecta.
Aprendí que si ayudaba, valía.
Si obedecía, merecía afecto.
Pero si no lo hacía… era “inservible”, “desatinada”.
Palabras breves, pero capaces de quebrar el alma de cualquier niña con espíritu libre.
✧ Cuando mi voz fue silenciada – Detrás de un bloqueo emocional hay una experiencia que observar.
Siempre me pregunté por qué me costaba hablar.
Incluso de adulta, algo dentro de mí se bloqueaba. Dudaba. Callaba.
Después venía la frustración, la rabia interna por no expresarme.
Me sentía torpe, incómoda, incompleta.
Hasta que un día, en una regresión, volví a una escena olvidada:
Era una niña sentada a la mesa, contando algo con inocencia…
y alguien interrumpió bruscamente con un:
“¡Cállate!”
“En la boca de los tontos abunda la risa.”
La vergüenza me paralizó.
Me vi mirando el plato, reprimiendo las lágrimas, revolviendo una sopa que de pronto ya no tenía sabor.
Ese día, mi niña interior aprendió que hablar era peligroso. Y su voz quedó atrapada.
✧ Resignificar la experiencia para soltar el dolor y comenzar a sanar
Al revivir esa escena, algo en mí se rompió… pero también se abrió.
Abracé a esa niña. La miré con compasión.
Le pregunté qué deseaba. Y ella, sonriendo, me respondió:
“Quiero ser feliz. Quiero disfrutar la vida.”
Le respondí con el alma:
“Aquí estoy. Hoy sí vas a ser escuchada. Ya no estás sola. Puedes confiar en mí.”
Y fue así como, poco a poco, mi voz comenzó a volver.
No porque el miedo se fuera, sino porque elegí hablar desde el amor, no desde la herida.
✧ Si estas buscando una guía…. te comparto este ejercicio para conectar contigo
Te invito a realizar esta práctica sencilla, pero profunda, para comenzar a resignificar desde tu historia:
- Elige un número entre el 0 y el 7.
- Cierra los ojos e imagina una escena de tu vida a esa edad.
- Observa: ¿Dónde estás? ¿Quiénes te rodean? ¿Qué sientes?
- Si aparece una emoción intensa, acércate a esa niña interior, llámala por su nombre y dile algo que le dé fuerza.
- Pregúntale si tiene un mensaje para ti. Escríbelo.
- Agradece su presencia. Respira profundo. Y vuelve a tu presente.
Este acto simple puede abrir puertas internas que estaban cerradas.
Hazlo a tu ritmo. No se trata de forzar… se trata de permitir.
✧ Valida tus emociones, abraza tu sentir
Durante años observé mi historia desde la lógica adulta.
Pero fue al mirar con los ojos de mi niña que entendí el impacto real de lo vivido.
Ella no sabía que lo que vivía no era amor. Solo sabía que dolía.
Y ese dolor guardado se transformó en creencias, bloqueos y autoexigencias.
Sanarla fue como quitar una piedra del pecho.
Fue desbloquear una parte interna que gritaba por ser escuchada.
Las creencias limitantes no nacen de la nada.
Son heridas no vistas, mensajes repetidos que se quedaron grabados.
Hasta que un día, te das permiso para mirarlos.
Y decides que ya es hora de soltarlos.
✧ Confía en ti y comprométete contigo
Soñar en grande es hermoso.
Pero el verdadero compromiso contigo comienza en lo pequeño:
📖 Leer en voz alta
🎶 Cantar en la ducha
✍️ Escribir lo que sientes
🙏 Agradecer cada mañana
Lo pequeño, sostenido con amor, construye confianza.
Y cuando te eliges, todo comienza a alinearse.
💬 Si sientes que necesitas guía, aquí estoy
Volver a ti puede ser un proceso profundo… pero no tienes que hacerlo sol@
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Con amor,
Ingrid B.
Gracias por acompañarme en este viaje. Nos reencontramos en el próximo blog para seguir caminando junt@s hacia dentro, hacia lo esencial.