Violeta; te veo entre miedos y sueños

Me tomó años comprender el verdadero impacto de volver a mirarme hacia adentro. De reconocer esa parte viva que habita en mí —en ti— desde siempre: tu niña o niño interior.
Si hoy tuviera que decirte algo sería: “No te olvides de ti”.
Parece obvio, ¿verdad? Pero ¿Qué pasa cuando volver a ti misma significa atravesar un umbral de dolor que tiene cerrojo? Cuando el acceso no es sencillo y el corazón tiembla solo de intentarlo.

La primera vez que volví a observarme fue a través de un recuerdo feliz de mi infancia. Y aunque me veía sonriente, una oleada de emociones me sobrepasó.
Una nostalgia imposible de explicar con precisión, una mezcla de pena, tristeza, rabia, impotencia y una frustración profunda. Lloré sin poder detenerme. Fue un llanto crudo, liberador… como si una llave se abriera y dejara fluir años de lágrimas contenidas.

Me detuve un instante. Me pregunté: ¿De dónde viene esta pena? ¿Por qué lloro con tanta intensidad?

Si hoy sientes tristeza sin razón aparente, si hay una melancolía que no entiendes, probablemente provenga de memorias antiguas, de emociones que no pudiste procesar cuando eras pequeña.
Porque lo que no pudimos verbalizar, se quedó ahí… esperando ser sentido, comprendido, liberado.

La naturaleza es sabia.
Las lágrimas nos ayudan a equilibrar nuestra “agua interna”.
Ellas nos limpian por dentro, nos devuelven la claridad.
Pero antes, hay que permitirnos sentir. Observarnos sin juicio. Escuchar esa parte sensible, intuitiva y vulnerable que aún habita en nosotros.

Yo solía pensar que el pasado no tenía relevancia, que removerlo era inútil. Incluso alguien me dijo una vez:
“Buscar en el pasado es una locura.” Y saben yo le creí  sin juzgar.

Pero con el tiempo, comprendí que cada vez que deseaba entenderme, las respuestas estaban ahí: en mi historia (vivencias), en la historia de mis ancestros.
Pasé años buscando afuera: en libros, técnicas, terapias… y aunque todo aportó, el mayor cambio sucedió cuando decidí observarme.
Porque puedes estar en el mundo, pero también habitas el mundo con todo lo que has vivido, aprendido y reprimido.

¿Qué me llevó a cambiar?

Una crisis, un momento de búsqueda desesperada.
Solo quería estar bien. No era un capricho, era una necesidad real.
Y me detuve.
Me escuché.
Y me dije algunas verdades.

Quiero decirte algo:
Puedes escuchar a muchas personas, pero nunca olvides escucharte a ti.
Tu intuición es tu mayor guía, pero a veces se ve silenciada por el ruido externo.
Si estás confundida, satura de información, haz una pausa. Pregúntate:
¿Esto que consumo me trae paz? ¿Me ha ayudado a comprenderme mejor? ¿Estoy aplicando algo de eso a mi vida?

Si no es así, entonces tal vez sea hora de escucharte a ti… aunque sea por un momento.

¿Cómo conecté con mi niña interior?

No fue con nada extraordinario.
Realicé una visualización guiada. Y la repetí. Una y otra vez.
Hasta que sentarme con esa parte de mí ya no dolía.
Empecé a conversar conmigo misma todos los días. Escribía ideas sueltas, lo que iba sintiendo. Sin exigencias. El único compromiso era estar presente conmigo un rato.

Uno de los ejercicios más poderosos fue escribirle una carta a esa niña.
Hoy quiero compartirla contigo, con la esperanza de que también te inspire a escribir la tuya.

Carta a mi niña interior

Querida Violeta:

Hoy me permito escucharte y observarte.
Permito que surjas con tu fuerza suave y amorosa…
Y con ello, se asoman recuerdos que duelen, memorias escondidas que habían quedado en silencio.
Pero junto a ellas también llega tu imagen más auténtica.

Te veo correr libre, con los pies descalzos y el alma liviana, recolectando flores, maravillándote con los colores.
Te observo tan tú, contemplativa, absorta en lo diminuto, en lo que otros pasan por alto.
Te veo soplando un diente de león y dejando que sus pelusas viajen con el viento, como si fueran mensajes secretos al universo.

Tu mirada se pierde en el aire…
Y, en ese instante, se abren portales.
Como si recordaras otras vidas, otros paisajes, otros aromas.
Te maravillas con lo nuevo y lo antiguo al mismo tiempo.
Te mueves entre mundos —entre sueños y memorias— y nunca te detienes a cuestionarlo.
Guardabas tu mundo en silencio, como un tesoro.
Solo buscabas lugares donde estar contigo.
Donde danzar con lo invisible.

Lo que más me conmueve es tu sensibilidad…
Esa conexión pura con la naturaleza.
Esa capacidad de asombro frente al agua, al barro, al olor de la tierra mojada.
Todo era un milagro para ti.
Y hoy lo entiendo: la vida era —y sigue siendo— un milagro constante.

Te he visto reír, jugar, cantar con los pájaros, crear con tus manos.
No existía otro propósito que disfrutar.
Y eso me toca el alma, porque tú sabías, desde siempre, que la verdadera felicidad no es una emoción fugaz, sino la certeza de estar haciendo lo que enciende el alma.

Y me duele…
Me duele haberte dejado en el olvido tanto tiempo.
Pero hoy he decidido encontrarte.
Abrazarte.
Invitarte a volver.

Sin miedo. Sin culpa.
Te prometo que esta vez lo haremos diferente.
A nuestro ritmo.

Estoy aprendiendo a escucharte.
A dejarte espacio.
A permitir que te filtres en mis días.
Y más aún…
Quiero que seas tú todo el tiempo.

Me estoy enamorando de tu voz, de tu ternura, de tu mirada curiosa.
De tu certeza de que todo es posible.
Porque para ti, el intento ya es una victoria.

Querida yo…
Fíltrate en mi vida con tu luz, tu amor, tu chispa infinita.
Siembra mis días con tus ideas.
Anímame a ser mejor.
Porque sé que juntas…
somos invencibles.

Te amo y te abrazo con todo lo que soy.


Durante este proceso, viví muchas emociones.
Aparecieron recuerdos olvidados, miedos profundos, traumas que pensé haber superado…
Pero también llegó un gran regalo: comprender mi historia me liberó.
Dejé de defenderme. Empecé a comprenderme.

Y con el paso de los meses, sentí alivio.
Como si me hubiese quitado un peso de encima.
Si hubiera sabido que conectar con mi niña interior me traería tanta paz, lo habría hecho antes.
Pero aprendí algo valioso: no importa la edad. El momento perfecto es cuando lo sientes.

No te juzgues por empezar “tarde”.
Porque lo atemporal no entiende de relojes.
Y las memorias del alma habitan fuera del tiempo.
Solo tú puedes acceder a ellas.
Solo tú puedes hacer este viaje.


Si hoy anhelas armonía interior, te invito a comenzar.
Hazlo a tu ritmo.
Escúchate.
Habítate.
Porque mereces vivirte en paz.

¿Ya comenzaste tu viaje interior?
Y si aún no lo haces…
¿Te animas a dar el primer paso?

Si resuena contigo, estoy aquí para acompañarte.
Conversemos en una llamada gratuita y veamos si este proceso es para ti.

Gracias por estar aquí.
Te amo

Ingrid B.

Nos vemos en próximo blog; te sigo contando que fui descubriendo en las conexiones con mi niña interior….

Deja un comentario

Carrito de compra

No puedes copiar contenido de esta página.

Scroll al inicio
Escanea el código